diciembre 05, 2010

SIEMPRE ENVIDIÉ - Juan David Escobar*

A los carniceros, porque contaban más plata que mi padre, que era un simple legumbrero. Yo veía a sus hijos más gordos, más cachetones, y con mejor ración que la mía. Hijos de puta, siempre los llamé.

Claro, pura envidia le tuve al gordito, que era hijo del panadero, que en la escuelita poseía ese morral de cuero que tenía las letras ABC en relieve y a color. ¡Maldito! Creo que lo envidié tanto, que un día después que tocaron el timbre del recreo y que nos habíamos quedado jugando  a un más gol a riesgo del castigo, el gordo se reventó la rodilla en un escalón del patio mientras  corríamos de regreso al salón. 

Creo que fui yo el de la mala energía: lo envidiaba por rico, y porque alcanzaba el mesón de la tienda que a mí me superaba por muchos centímetros. ¡Perro!

Envidié a los niños blancos, y con cara bonita, y con familia con plata y de buen apellido. Ellos se quedaban en las chuchas “americanas” y “chinas” y en los juegos de pico de botella con las niñas más lindas, que con tiempo fueron reinas de todas las frutas y tradiciones de mi pueblo. ¡Pirobos! menos mal salieron maricas casi todos!

Cuando chico, todo es cuando chico, la envidia cuando adultos es más mala, ya verán. Cuando chico siempre envidié la zurda de los amigos calidositos (ya sean en las bolas, en el fútbol, en las peleas).  Envidié babeado el buen pulso, la buena puntería, de los más gamines del combo, que eran capaz de hacerle rotos a los panales, descalabrar enemigos, bajarse de un tiro la gajera de mangos. Yo solo tenía una diestra que hacía las cosas simplemente bien.  

Es obvio que envidié a todos los que ya no eran cachuchos, a los que a punta de paja habían sido capaz de dejar de ser vírgenes, y luego, en las orinadas, podían decir que se había comido hasta la mamá. ¡Malditos! Seguro todo mi odio les ha beneficiado a tener una vida de mierda. Eso espero y ruego!

No saben cuánto envidié a los que salían al frente del salón y podían exponer sus ideas clara y divertidamente. Yo siempre fui capaz de perder la nota con tal de no pararme allá y hablar pasito (entre los dientes) y ponerme la cara roja o pálida como una hoja.

Siempre miré con envidia de la mala a los que se ganaban todo. Hasta las rifas hechas en hojas de cuaderno, jugando por la Lotería de Medellín y daba un premio de 1 pollo asado y con Cocacola, se ganaban esos pendejos y pendejas. Y yo? Ni mierda, no me he ganado ni una bala perdida.

Y en silencio tuve envidia de los que tenían hermanos mayores a quién imitar y de quién recibir consejos e influencias. Yo desgraciadamente fui el primero de mi familia, el primer primo de todos, al que todos no imitaron ni escucharon ni se influenciaron. Qué desgracia la de mi familia conmigo a la cabeza.

Y por supuesto, envidié mucho, muchísimo, a los amigos que tenían el “verbo” para conquistar las chicas que quisieran. Soy de la especie: “guevas” que piensan que todos los temas son tontos, que las chicas sienten asco por mí, y que me da pena mirar a los ojos, y que lo mejor está por dentro, y esas bobadas. Otro como yo no nace.

Puedo decirles, antes de pasar a las envidias adultas, grandes, mayores, como para hacer una transición entre la niñez, la adolescencia (bendita época donde uno envidia de todo) y la mayoría de edad, que envidié con todo el amor a los que tenían las orejas grandes y salidas, a los que median más de 1 con 80, a los que no tenían caratejos en ningún parte del cuerpo, a los que tenían un pene grande (o eso cañaban), o bueno, a los que tenían los pectorales normales, y los que no tienen un huesito en el hombro que les impida cargar cosas sin que duela, y obvio, envidié a los de ojos azules y bocas finas, y a los que tienen el cabello normal y no esta enredadera de pelos que de un lado es así y del otro es asá. Los envidié sin odio, para no hacerme daño, para que mis defectos no se resintieran.

Y así, lográndome soportar con todas estas envidias, y he llegado no sé cuándo y no sé cómo a ser grande y tener unas envidias diferentes.  

Pues, por ejemplo, ando envidiando a cuanta pareja se besuquea  en la calle y se dicen: “Te amo miamor”, o cualquier cursilería de esa que el amor genera por montones, y envidio a los que corren de la mano porque sí y porque no en un día de lluvia, y envidio serenamente a los amigos que hablan con pasión entendiéndose hasta los silencios mientras se toman un tinto. Envidio un tantico no más a los que bailan y ponen a bailar, y mucho mucho a los que son buenos para cantar, tan buenos que lo ponen a cantar a uno. Y requeté envidio al que es capaz de callar por horas, y así lo insulten, no está como yo alzando la mano y opinando hasta en lo que no le incumbe. Envidio la buena presencia del resto del mundo, a los que se les sientan al lado en el bus y hasta les conversan, porque a mi silla siempre es la ultima que alguien elige por ocupar.  Envidio a todo el que está feliz, con buena energía, llenos de ganas de hacer las cosas, mientras yo ando sin ´fuerzas´ para hacer ná. Sonrió de pura envidia al ver alguien feliz con las cosas sencillas, a los que viven en el campo y se ponen contentos porque están bien de salud, porque andan naciendo mariposas o el perro amaneció juguetón.

Miro con sospechosa envidia a los que dicen qué saben para donde van. A los que dicen que su hijo les cambió la vida. A los que mencionan que ya lo hicieron todo.

No son envidias de odio y de putería de las cuales me llené en mi infancia. Ni las lastimeras y absurdas de la adolescencia. Ahora es una mezcla de queja fugaz, de querer ese algo, esa acción, ese momento, esa actitud y guardarla en el disco duro para algún día pueda ser ese que envidien, pero serlo con toda, con gusto, sin perder la sorpresa ni mucho menos sentirse supremo, solo añorar, lamberse, soñarse con una especie de putería, de lástima, de queja o maldición, que es la envidia, por un auto bonito que pasa, o el trabajo que anda haciendo un conocido, o la inteligencia de tal desconocido, o la espalda libre de nudos y estrés de los deportistas. 

Ahora cada envidia, como cuando veía a los niños comprar Halls o M y M en el pueblo de mi niñez, o cuando un amigo era un líder bacano y todos lo seguíamos ciegamente, o ahora cuando envidio hacer tal cosa por siempre, la trato de hacer posible esa envidia. Que sea real, tangible, una experiencia más de mi vida. Es como un reto. Como excusa para vivir un día más.

Lo que no soy capaz de llevar a cabo, por excesivo o problemático, trato de verlo como paisaje, y obvio, no miro ese paisaje, no entro a revisar cuánto vale el Iphone que envidio, o no voy a los parques a ver “contar plata delante de la gente”, ni me voy a una feria de súper dibujantes para que restrieguen su talento en la cara, ni mucho menos me voy a sitios cooles para querer todos las maricadas que están de moda que bien divertidas y envidiables son.

Por ahí leí que la envidia es el único pecado que uno no disfruta, que el resto de pecados capitales son de gozo, de placer y de excesos. Envidiar es faltarle, es saber que qué chimba leerse todos esos libros, que te haría muy bien ese aparato, o esas palabras, es ver en otros y en otras cosas que de una te gustan, que inmediatamente te hacen  sentir que adentrico recién se ha generado un vacío, como si eso que apenas ves y envidias, te faltase desde hace mucho tiempo. Algo así es la envidia, un vacío inventado, que uno quiere llenar, ya sea con la imaginación o con el esfuerzo real, para uno estar más lleno cada vez más.

Y como decían en el Chavo del 8: “La envidia nunca es buena, mata el alma y la envenena”.

Como vieron, mis envidias son de las buenas, porque mi alma es de las malas. 


*Juan David Escobar más conocido como @ElReticente es más paisa que la bandeja (diría yo)
 y  pueden leerlo en su  Blog

16 comentarios:

  1. ¿Y como no envidiarle a Juan David haber recorrido el país al lado de Ana María?

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  2. Juan David, lamento expresarte mi opinión, pero la frase que dice: Si lo leíste, Exprésate! me obliga a hacerlo. Sinceramente creo que no deberías dedicarte a escribir, no es lo tuyo...

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  3. Cuando leo publicaciones de este tipo, me queda una penosa sensación de vacío, que debo suplir yendo inmediatamente a buscar algo que denote un verdadero sentido de lo creativo y artístico.

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  4. Si bien es cierto que el blog es un cachivachero lleno de cosas útiles o no, considero que los contenidos que se publican deberían tener por lo menos un mínimo grado de aporte, en estructura y calidad del contenido. En este caso, siento que son simples apuntes que deberían dejarse en un diario de cajón.

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  5. Creo que mejor que envidiar es mirar lo que realmente te hace feliz, no lo que te falta, porque no todo lo que te falta te hace feliz.

    Mejor es fijarse metas, que mirar la de los demás, eso es la envidia... vivir una vida envidiando a los demás, es vivir la vida de ellos, no la de uno.
    A mi parecer un blog es lo que uno quiera que sea, se expresa de la manera que quiera, y uno escribe por las personas (esos momentos que ellos han dejado en nuestro recuerdo), no para las personas porque sino no podríamos complacer a nadie, por lo menos yo lo hago así y espero seguir haciéndolo siempre.

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  6. Me gusta bastante. No creo que un blog sea el espacio para dar cuenta de calidad estética, etc.

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  7. Cualquiera que conozca a Juan David sabe que es una persona honesta que deja algo de sî en todo lo que hace, parcero no cambie, si la gente quiere leer cosas bonitas con reflexiones inventadas que lean a walter rizo ...

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  8. A mi me gustó el texto y para nada vacio, me parece honesto, tiene ritmo , tantas imágenes , buenas reflexiones y no le creas a esa persona que dice que lo tuyo no es escribir sin un porqué ni una razón, porque al contrario tuyo ella ni siquiera saber argumentar.

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  9. "mi silla siempre es la ultima que alguien elige por ocupar" ¡JUEPUTA NO SOY EL ÚNICO, SÍIII, TAS, TAS, TAS! (tiros al aire #TinoAsprillaStyle)

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  10. No había leído los otros comentarios y estoy en desacuerdo con los primeros. Obviamente el texto se puede mejorar, pero a mí sí me parece decorosamente escrito. Logra recrear unas imágenes claras y enganchadoras, lo cual no es nada fácil; mi única crítica sería que es un poco largo.
    ¡Felicitaciones Juan David!

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  11. En estos momentos envidio la forma de escribir de Juan David. Hay lecturas para cada momento y al leerlo sonreí maliciosamente porque me identifiqué en muchos casos, los odié en su momento pero pensé: No estoy solo. Creo que nos parecemos más de lo que creía con una diferencia: No creo que mis escritos encarreten de esa forma...

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  12. Juan,

    Los errores de redacción y ortografía se arreglan en la escuela o en el peor de los casos, los arregla un editor. Pero esa transparencia que tú tienes, la forma en que pintas las cosas y la capacidad de mostrarte así, tan humano, no la tiene cualquiera y el que no nace con ella, no la consigue.

    Te envidio y no es retórica esa envidia. Envidio que seas capaz de hacer y decir las cosas que realmente sientes y de contar estas aparentes pequeñeces por las que muchos, a este lado del mundo, sufrimos siempre.

    Un abrazo muy grande y como siempre, gracias por compartir.

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  13. Me dice @fabricadecosas que lo del Chavo del 8 no es Envidia, sino Venganza. Tal vez siempre tuve envidia de esa frase y la acomodé como sea.

    Saludos a todos, que se gastaron un tantico en leer un texto mal escrito, pero no sé si se podría escribir más sincero.

    Gracias María por el reto, y prometo que la próxima voy a ir más lejos.

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  14. Genial, hasta ahora tengo la oportunidad de leer este blog, pero sí no hay nada más humano que sentirse transparente y sentirse tal y como uno es. eso nos hace humanos y me sentí identificada. muchas gracias!!

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