enero 22, 2011

HOMENAJE A LA AMISTAD

Mi abuela a sus 80 y tantos vio partir el 30 de diciembre a su mejor amiga, en lo personal me suena extraño usar la expresión "mejor amiga" para este caso especial, pues ellas compartían sus vidas desde hace unos 70 años. Yo la conocía como la tía Inés y solo hasta ese día en que se fue, supe que ella era su mejor amiga desde la infancia. Lo cual fue aterradoramente inspirador para mi. Digo aterradoramente, porque muchas veces pienso que no llegaré ni siquiera a cumplir los 70 años para cumplir tampoco una amistad de esa duración.

Y cuando mi abuela se sentó a contarme sobre su amistad con la Tía Inés, pues sí, estudiaron juntas en el colegio, luego se fueron casando paulatinamente, vivieron en diferentes ciudades, fueron teniendo sus hijos, los años lentamente pasaron, y ambas compartían con sus familias, volviéndolas casi una sola. Cuando estaban lejos se comunicaban por cartas, cuando estaban cerca se reunían varias veces a la semana, y luego tejían juntas hablando sobre sus nietos y bisnietos y algo de chismes mientras terminaban sus puntos de crochet. Ahora mi abuela está triste, aunque con sus propias palabras "en el cuento de la muerte nadie puede ser egoísta..."

No sé, tal vez en estos tiempos, donde la tecnología nos facilita “acercarnos” en tiempo real, desaprovechamos esa oportunidad con la que soñaban solo hace unas pocas decadas, convertimos las relaciones en un deportede unos pocos minutos, horas, dias y en el mejor de los casos unos pocos años, tal vez intensas en su medida, pero tan pasajeras y volátiles en muchos casos que, podría uno hacer una lista de las personas que han pasado por el camino de uno, y que igual como llegaron, tuvieron sus momentos, los aprendizajes que nos dieron, las alegrías y/o las tristezas, pero luego se fueron a seguir otros rumbos.

No se trata tampoco de decir todo tiempo pasado fue mejor, ni siquiera mis abuelos dicen eso, ellos que son muy liberales para la edad que tienen y que han ido creciendo a la par con lo que sucede a su alrededor. Pero a veces podría uno considerar, que las cosas antes hacían que nos tuviéramos que esforzar un poco más para fortalecer los lazos con aquellas personas que queríamos.

No había internet, así que el tomarnos el tiempo de escribir a mano una carta, enviar un telegrama, hacer una llamada telefónica a un fijo corriendo el riesgo de no encontrar a la persona que buscabas (a parte que llamar a larga distancia era muy costoso)... Ahora todo eso está perdido, y la esencia de algo más natural y fuerte, se ha visto forzado a continuar con los celulares, con redes sociales donde te enteras tanto de la vida de los demás, que en ocasiones ni justifica llamarlos para conversar, porque ya todo ha sido visto en fotos, updates, status, geotags, blogs, Twitter, skype, chats, etc.

Por ende ahora me pregunto ¿qué pasaría si volviéramos a la esencia de una carta escrita a puño y letra? ¿qué sería ahora, si no tuviéramos a nuestro alcance todo este exceso de información que quienes nos rodean nos permiten ver, así no los veamos ni hablemos con ellos hace un buen tiempo? ¿qué pasaría si no pudiéramos llamar por skype a los que están en otro lugar del mundo? ¿cómo sería recibir la sorpresa de una noticia positiva por boca de la persona misma, que leyendo un status más? ¿cómo sería salir a tomar café como por variar de plan con aquella persona con la que diariamente hablas pero que por la falta de tiempo te limitas a saludarla por el chat?

enero 21, 2011

LA AVARICIA DEL JOVEN PABLO - Víctor Solano*


Hace unos días volví a la Hacienda Nápoles, el antiguo centro de operaciones de Pablo Escobar, demonio y dios para unos y para otros. Volví por el mismo motivo por el que fui hace unos 20 años aproximadamente: Curiosear de cerca los dominios y los excesos de este mítico personaje que se incrustó en el imaginario mundial por su avaricia.

Ubicada en Doradal, un corregimiento de Puerto Triunfo, enclavado en el Magdalena Medio antioqueño, Nápoles fue el centro mismo de la ambición desmedida de un hombre que creyó en sí mismo como pocos lo han hecho. Tanto que si se trata de hablar de pecados capitales, Escobar encarnó varios de ellos y dentro de la avaricia cumplió sagradamente (valga la ironía) con el subgénero de la simonía. Pablo llegó a creer que casi era un Dios. Y de cierta manera lo fue en sus terrenos.

Cuando hoy se va a Doradal, muchos años después, la influencia es aún notoria. Algunos establecimientos comerciales tienen rezagos de esa época de opulencia en la que Nápoles era el centro de esa cosmogonía de excesos. La ‘Sociedad Napolitana de Transportes’ o el ‘Hotel Napolitano’ son algunas de esas perlas que aún sobreviven como rastros visibles. Otras huellas, menos evidentes pero más profundas delatan la nostalgia por el dinero a manos llenas con la banda sonora de los corridos mexicanos y las tartamudas voces de la metralla.

Si usted va hoy a Nápoles se encontrará con que todavía está sobre la carretera, el portal de la antigua hacienda, que se hizo famoso por servir de pedestal para una pequeña avioneta monomotor con la que, según la leyenda urbana, Escobar coronó uno de sus primeros viajes a Florida.

Si es así o no, lo cierto es que Escobar no hizo nada para desmentir la leyenda. Tener la pequeña nave sobre la carretera principal que une a Bogotá con la capital de Antioquia fue la cereza en el postre de una larga serie de desafíos y desplantes a la justicia y a la sociedad entera. El hijo del campesino que trabajaba para la familia Ochoa Vásquez, Pablo Escobar, sintió la profunda necesidad de hacerles saber a todos que él estaba ahí para vencer el desatino del destino de no hacerlo rico desde la cuna.

Con corrupción, dinero e intimidación, Pablo Escobar en muy poco tiempo se hizo a tres mil hectáreas de esas fincas porque, como en cualquier sociedad rural, la tenencia de tierras es la demostración más evidente del poder. En sus terrenos construyó una casa inmensa a la que amobló con los lujos propios de la ostentación que su dinero le permitió. Cuando empezó a pensar que ya no era prudente viajar a Orlando y Miami con sus hijos, decidió construir su propio y colorido Disney arriero, con dinosaurios gigantes y animales exóticos por montones, extraídos bruscamente de su hábitat en África, en un aparatoso e inusual vuelo de carga desde el ‘continente negro’ hasta la pista de 1.200 metros en su propio aeropuerto.

Pero más allá de los mitos y de las increíbles historias ciertas y otras refundidas en la ‘realidad aumentada’ del halo de su figura, Escobar le dio rostro a la avaricia en su más enconado esfuerzo: A pesar de que consiguió todo el poder que el dinero le podía entregar, sintió con ansias que le faltaba el poder político y a su esposa le fue advirtiendo una tarde, de cara al Palacio de Nariño, que se fuera preparando para algún día vestir los finos vestidos que luce cualquier Primera Dama…

Con la ayuda de Jairo Ortega llegó a la Cámara de Representantes y fue escoltado por agentes de la Policía, a los mismos a los que años después perseguiría con odio y ofrecería a cualquiera el pago de un millón de pesos por uniformado muerto.

La avaricia, un pecado del exceso, lo llevó a todo tipo de rituales sin vergüenza para mostrar su poder. Escobar perecería no en la cima del mundo, sino en lo más alto de un tejado promedio de un barrio promedio de Medellín; murió ataviado con menos del promedio y su última expresión llena de avaricia no debió ser superior a su deseo de escapar por última vez. Su último acto de avaricia fue tan humilde como poder salir vivo. Y no lo logró.

El joven Pablo, que empezó su vida delicuencial robando lápidas de hombres sin nombre en el cementerio de la ciudad, nunca tuvo frenos y por eso su propia lápida se talló con su nombre, la marca misma de la avaricia.



* Víctor Solano, pueden seguirlo en su 
Blog y lo encuentran en Twitter como @solano

***

Nota de la Administración: El post de Solano se encuentra incluido 
dentro del  especial realizado en el mes de diciembre
sobre los pecados capitales,  sin embargo no pudo ser publicado 
antes por motivo viaje de la que aquí ofrece disculpas públicas, 
tanto al autor como a los lectores.
Marie Claire  

enero 04, 2011

DE UNA NOCHE - Rubén Miranda*

/// "¡¡A mi no me gusta el reggaetón!!" / Solo es que le apaguen las luces en la discoteca / Par cervezas / La amiga de mi amiga / Dónde estudias? / La música como afrodisíaco / Todo el mundo olvida el rock / *Que trasero tiene!* / ¿Bailamos? / Me miró mal por cogerle la cintura / Mas cervezas / La beso, se deja, esta lista / Gente alrededor completamente anulada / Te ríes delicioso / Incontenible / No hay necesidad de hablar / No hay necesidad de invitar / Cartagena / Brisa / Mar / En el carro buscando un lugar para estar “a solas” / ¿Cómo es que te llamas? / En el carro estamos “a solas” / “Subete dale mami dale corre subete” / ¿Qué es compostura? / ¿Modales? / Juepucha brassier / Lusty Femme / Que tatuaje! / Hueles exquisito! / "Jalame el cabello" / Niveles de mal comportamiento por las nubes / ¿Te gusta agresivo? / Ponte agresiva / "Cógeme de la cintura" / Chupa / Gimes delicioso / No me llamo Michael / Hazlo como si fuera la última vez / ¿En tu boca? / “Parece que te conociera de toda la vida” / ¿Cómo es tu apellido? / Te llevo a tu casa o te acompaño a coger el taxi / Vale, cuidate ///











*Rubén está en Twitter como @therubbs también
pueden saber algo de su música en 

PAREJAS MODERNAS - Campanula*


Isabel y Lucas se conocieron por coincidencias del destino (o la vida) quizás, y después de unos días pasaban más tiempo juntos del que hubieran podido pensar en un principio; ambos antes de conocerse tenían claro lo mucho que les gustaba el sexo, inclusive Isabel solía definirse en ocasiones como una ninfómana en potencia, y Lucas tenía muy claro sus intenciones latentes de disfrutar siempre de una mujer (fuera cual fuera)

Obviamente comenzaron a tener Sexo, que intención había de amor, si con los ¨placeres carnales¨ tenían más que suficiente, al comienzo probar nuevas técnicas nuevas posiciones nuevas formas, pero luego tenían necesidad de más, y comenzaron a frecuentar fiestas swinger al comienzo como todo fue novedoso, se les volvía interesante verse el uno con otra, y ella con otro o así; sus vidas comenzaron a girar en torno al sexo, ya no habían más palabras en el aire, no había nada de qué hablar que no contuviera el sexo en una frase, incluso ya no existían ellos dos, existían muchos dentro de las frases, era la lujuriosa necesidad de tener sexo, la vital necesidad de accederse carnalmente, de probar nuevas cosas, nuevas personas, de tener sexo en cada instante que fuera posible.

Así paso el tiempo, pero hubo un día donde Isabel comenzó a dudar, a extrañar ese alguien para sí misma, ese alguien con quien hablar de cualquier pendejada, comenzó a indagarse si hubo amor, si en algún instante del sexo entre ambos se habían involucrado sentimientos, y trato de decírselo a Lucas, y él trato de entenderla, pero también trato de hacerle ver que al menos ambos estaban en esto, le dijo que no se preocupara, que era normal que se sintiera así, pero que poco a poco todo iba a mejorar, con el transcurso de las personas y el ¨buen¨ sexo y así lo hicieron

Aquella noche fue hora de ir al nuevo bar, a conocer las nuevas parejas, a buscar los nuevos intercambios, llegaron temprano, no había mucha gente aun, así que Isabel decidió ir por un cocktel a la barra, se sentó y pidió un Martini, al otro lado vio un joven, casi de su misma edad, de alguna manera se acerco y comenzó a hablarle, el tipo muy educado comenzó cualquier tipo de conversación desentonante con el lugar y Isabel comenzó a entretenerse con algo diferente, se pregunto qué hacia él allí, y supo que en realidad estaba yendo por un dinero del lugar, que no era alguien que frecuentara el sitio, solo que había decidido tomarse una copa, cuendo estaban en esta parte de la charla llego Lucas por ella, ya había encontrado la pareja con quienes realizarían el intercambio de la noche, ella se despidió y se fue con Lucas.

Entro en aquella habitación y comenzó a sentirse mareada, en realidad no deseaba estar más en aquel lugar, así que tomo sus cosas y salió corriendo del lugar; en la salida se choco con el joven, que la tomo de un brazo y le dijo que se tranquilizara ella le pidió que la sacara de allí, y se fueron juntos; mientras tanto Lucas no se había percatado de la ausencia de Isabel, entre el trió que construían el otro hombre y su mujer, parecía que uno menos no hacía falta, solo lo notaron luego de un rato, Lucas lo tomo como la determinación de Isabel de irse para siempre, y pretendió no preocuparse, que importaba si todo el sexo que pudiera desear estaba allí, todos tan dispuestos, aquel placer tan vital; solo fue hasta después de unos días donde solo el eco escucho sus palabras y el sexo no pareció suficiente, que se dio cuenta que había perdido.


Nota: Para finalizar dejaré una frase que alguna vez me dijo alguien ¨el cuerpo no se presta impunemente¨

*Campanula,  escribe en su Blog y
pueden leerla tambien como @campanula13

enero 03, 2011

IN-SUFICIENTE - Marie Claire*

Desde fuera parecía simplemente una bodega, tenía una fachada roja con puerta plateada con una señal de “Prohibido parquear, Garaje en uso”, estaba ubicada en un barrio lleno de fábricas y discotecas razón por la que no generaba sospecha alguna de ser más que simplemente eso: Una bodega.

Liz era una mujer de unos 30 años de edad, alta, ojos saltones, de cabello largo negro que a veces solía tinturar de algún color de moda, tenía solo un tatuaje que rodeaba toda su espina dorsal hasta llegar a su culo. No tenía un cuerpo escultural, sin embargo amaba sus pocos kilos de más y consideraba que eso más que un defecto, era algo que atraía debido a su hermosa cara y estatura. Provenía de una familia muy adinerada de la ciudad y a pesar de las consideraciones de los demás, había logrado escalar por su propia cuenta hasta donde se encontraba ahora como presidente de una empresa de reconocimiento nacional. No se había casado y tal vez habría tenido un par de parejas estables, pero consideraba que la monogamia era cosa de otros tiempos.


Le encantaba dedicar su tiempo libre a idear estrategias para satisfacer los deseos tanto propios como ajenos, mientras que ella estuviera cómoda con ello y para tal fin, había decidido comprar esa vieja bodega casi en ruinas. La remodeló por completo, diseñando espacios interiores, de diferentes tamaños, colores, decoración y objetivos. Tenía todo un mercado al cual dirigirse y como buena empresaria, sabía el público que iba a atender allí. Lo que no sabía era realmente hasta donde iban a llegar sus ansias de placer, de deseos, de satisfacciones.


Para la inauguración tenía invitados que había logrado conocer a fondo en sus experiencias sexuales anteriores. Ya había visitado bares swingers, se conocía todos los moteles y prostíbulos, bares de strippers y todo el abanico de opciones que había encontrado en aquella ciudad, por lo que no era difícil llegar a tener un público selecto. Todo lo hacía bajo un seudónimo que usaba hasta para presentársele a una persona en un sitio cualquiera.


Al interior había un bar lleno de licores y drogas, con disponibilidad abierta a todos los presentes, música, shows en cada salón, cámaras grabando a todas las personas, no había un solo lugar que no estuviera fríamente calculado. Ella con su corsé de cuero negro, ligueros con finos detalles en satín, botas altas y látigo en mano recibió a uno por uno los 80 invitados (hombres y mujeres) que disfrutarían todo un fin de semana, de las cosas menos imaginadas posibles.


Al verlos, Liz se sentía más excitada, no veía el momento de saber quienes serían sus elegidos para hacer todo lo que de allí no saldría. Decidió empezar por lo que consideraba mas suave, entró al salón de fetiches donde encadenó de brazos y pies a la primera mujer que entró, comenzó por pasarle por su piel desde suaves plumas hasta duros papeles de lija, chocolate líquido, mieles… Ambas estaban completamente excitadas, sus besos, sus gemidos de placer hicieron que se viniera de una manera descomunal. Pero solo estaba empezando, decidió dejarla allí encadenada a la pared para que los demás disfrutaran de ella.


Tomaba poco, no quería perderse de ese placer de estar en su propio lugar haciendo lo que se le viniera en gana. Mas tarde, entre besos y masturbaciones que disfrutaba de vez en vez, ingresó a su habitación más deseada de sado masoquismo, primero se sentó a observar como los demás se amarraban al interior de la jaula metálica con los fuertes lazos que bajaban desde el techo, a la izquierda del salón, había toda clase de objetos de tortura posibles, argollas metálicas, ganchos, agujas, varas, esposas, consoladores de metal, disfraces para la ocasión, látigos con taches... Allí hacían presencia una mujer y un hombre, que estaban amordazados y amarrados a los barrotes de la jaula, las diez personas restantes se calentaban paulatinamente con cada gesto de dolor que les proporcionaban a dicha pareja, todos disfrutaban de cada segundo.


Liz había dispuesto espacios aptos para los zoofílicos (pues había llevado varios animales para los gustos exóticos) los coprofílicos, voyeuristas, exhibicionistas... ya que había estudiado con lupa los gustos más exóticos de cada una de las 80 personas que ahora, se encontraban en una bacanal llena de alcohol, drogas y mujeres y hombres ávidos por vivir unas de las mejores experiencias de sus vidas. Algunas cosas ciertamente no le llamaban la atención, pero el simple placer de observar lo que había logrado la tenía al borde de sus emociones, su cuerpo ya no era suficiente para experimentar todo lo que sentía.


Decidió hacer parte de los actos masoquistas, la amarraron a la jaula y uno por uno llegaban de todos los salones a hacerle las cosas más dolorosas posibles, eso la excitaba aun más, sentía como le metían objetos por su culo y como caía el semen de los presentes en su espalda, cara y adentro de su boca.


De un momento a otro, dejó de sentir sus manos y sus piernas, se sentía mareada y comenzó a vomitar mientras observaba como los demás se excitaban y gritaban con cada una de sus arcadas y de sus lágrimas, no entendía lo que estaba pasando, alguien le había tapado el rostro con una máscara de cuero que estaba humedecida y le puso una manzana en la boca que tenía un sabor y olor extraños, cuando sintió que algo filudo entraba hasta lo más profundo de su ser y le generaba gran escozor.


La fiesta continuaba afuera, ya iban terminando el segundo día lleno de orgías, drogas, licor... La “bodega” apestaba a sudor, orines, alcohol, mierda de animales. Hedía a sexo.


Todos se fueron yendo del lugar, habían acabado con todo, y los pocos que quedaban se encontraban tirados por el piso borrachos pero con la cara de placer máximo. Ninguno se dio cuenta que su anfitriona, yacía muerta todavía colgada en aquella jaula de hierro que ella misma había diseñado.


* Yo también quise aportar mi granito 
de arena para los pecados capitales y si están leyendo
seguro ya saben que soy @cutemarieclaire 
y la propietaria de este blog.

enero 02, 2011

LUJURIA - Juan Camilo Domínguez*

Distintas ramas del catolicismo aceptan la existencia de la lujuria como pecado capital. Es decir, un pecado menor y fácilmente perdonable mediante el sacramento. Con una ida a misa el católico queda expiado del sensual y erótico pecado de la lujuria.

Lujuria y semen:
- Hola amor.
- Hola
- Quisiera lamer tus tetas.
- Me encanta que me las chupes.
- Me gusta tu lengua
- A mi tus pezones.
- Pero muero por tu semen.
- ¿Te gusta mi semen?
- Mucho, me encanta.
- ¿Por qué?
- Me hacen sentir lujuriosa.
- Ah!?
- Sí, me siento que me estás dando algo prohibido, siento pecar.
- Te parece pecado recibir mi semen?
- Sí, me parece lujurioso.
- No entiendo.
- Mira, tu semen es algo que me das, algo tuyo para mí. Me parece delicioso, es un momento en el que soy feliz. Es pecado porque según me enseñaron el sexo no es para el placer. Y tu semen me da placer, mucho. Por eso me encanta.

Mujeres y lujuria personal:


Gabriela, dicen sus amigas, es una mujer conservadora y ejemplar. Pero entiende por lujuria el acto de masturbarse. La lujuria de Gabriela consiste en tocar su clítoris, lamer sus dedos y penetrarse profundamente, luego venirse, y probar el dulce sabor de su orgasmo.


Lujuria y Dionisios:


Lujuria, prima hermana de Dionisios, tiene una belleza que no se compara con sus encantos lujuriosos. Parece ser que, a esta mujer le encanta satisfacer todos los deseos de sus amantes. Si quieren que les laman las “güevas” ella lo hace con gran placer, si quieren recibir escupitajos en su pene también, o si prefieren el sexo anal ella gustosa abrirá su ano para ellos. También le gusta que le peguen dulces cachetadas mientras es penetrada y ama el vino y la marihuana para acompañar sus lúbricas noches.

Cuentan los chismosos que fue muy cercana a Dionisios y que lo acompañaba a conquistar hombres y a recibir junto a su primo las descargas de semen en la cara. También cuenta que era la atracción principal de las fiestas de Dionisios, sus amantes y ménades; verdaderas fiestas de sudor, saliva, olores y sabores del cuerpo y sus placeres.

Lujuria, cuerpo y pecado:


La lujuria es el pecado del cuerpo y sus placeres. Es el pezón erecto, la lengua que baja por la espalda, el gemido y el delicioso dolor del placer. Es el pecado del indescriptible mundo del orgasmo, negado para aquellas personas puras que dedican su vida al arte de salvar nuestras almas.

La lujuria es el pecado del Hombre. Los pecados capitales son el grupo de pecados fácilmente expiable, ya que tiene origen en nuestra esencia Humana. Nuestro cuerpo está contaminado por la lujuria, que ataca desde la entrepierna la pureza de nuestra alma. Somos culpables, sí y solo sí no hacemos nada para evitarlo.

Yo soy pecador. Yo hago todo lo que esté a mi alcance y en mis manos para satisfacer mi lujuria, que es mucha. Si me toca pagar una puta lo hago; si toca paja, toca; si por ahí me levanto una niña linda y seria, que bueno; en fin. Lo que sea por mantener mi pipi bien alimentado y mi lujuria contenta.

Lujuria y generaciones:


Para nuestros abuelos los hijos se hacían con una sabana mediando entre ellos y nuestras abuelas. Tal vez algunos de nuestros abuelos no alcanzaron a ver las vulvas de sus esposas y mucho menos nuestras abuelas chuparon el pene de nuestros abuelos. Una vida sin placer. Aunque pensándolo bien, seguramente no faltaba el lujurioso. También abundaban las lujuriosas putas de siempre.



* Juan Camilo Domínguez, se sumó a la causa con este post de manera más accidental, 
pero como es un tema que tiene mucha tela para cortar, me agradó 
que se motivara igualmente. Está en twitter como @elbrujopresente
y pueden leer también su Blog
 
 
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