enero 30, 2014

FISURAS



Como aquella taza que se cayó hace unos meses mientras la lavabas, no se quebró y con un poco de suerte te miré con ojos de asesina porque era mi taza preferida. Creo que pensaste “menos mal no sucedió nada”, sin embargo a partir de allí todo empezó a resquebrajarse.

Poco a poco nos fuimos yendo en direcciones opuestas, en esa búsqueda incontenible de felicidad constante, que nunca obteníamos por ir siempre hacia lugares contrarios. Se sabía que juntos no íbamos a durar mucho, pero tampoco sabíamos que el final iba a llegar tan lento, doloroso, pasional, estremecedor y tedioso, como aquella fisura de la taza que con cada uso y lavada, se iba volviendo café hasta terminar completamente negra.

Así fue nuestro final.

enero 23, 2014

EN BLANCO

Siempre he tenido el ejercicio de escribir, pienso que así tenemos nuestro propio exorcismo, catarsis y libertad de mostrarnos o no tal cómo somos. Creo que todos en algún momento deberíamos hacerlo, desde una notica en la agenda cotidiana, una carta, un post en un blog, un cuento en el cuaderno de "matemáticas".

Sin embargo, con esto de que escribo mi tesis de maestría dejé a un lado este maravilloso ejercicio personal, que ayudó a que mi blog creciera, lento, pero creciera. Espero pueda seguir creciendo, a pasos pacientes y calmados, la rutina me ha llevado a nublarme un poco la mente y quiero volver a recuperar esos chispazos de historias que se me ocurrían.

Vamos a ver cómo me va de aquí en más, buscando alimentar(me) un poco más de letras más allá de las teorías, de las metodologías, de las hipótesis.

AUSENCIA

Dije que te respiraba en las almohadas por más insólito que pareciera. Allí estabas siempre, te hacía mirándome entre las sábanas como solías hacerlo en esos días de primavera, tan calurosos, sudorosos. Y sin embargo ya empezaba el invierno y tu ausencia se hacía cada vez más presente, más real.

enero 21, 2014

¿CAFÉ?



Estabas allí sentado leyendo en el ventanal, apenas la luz del día entraba a través de las persianas. Yo en la distancia, te observaba cómo pasabas la yema de tus dedos suavemente por tu lengua y humedecías así las hojas para seguir con la página.

Se veía que viajabas, que estabas fuera de este mundo, sin embargo, cuando hice un menor ruido accidentado me miraste y sonreíste como esa primera vez en la plaza central.

- ¿Café?

- Sí.
 
 
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