septiembre 18, 2014

LA RULETA DE UN ADIÓS - Capítulo 4





Lunes

Después de dos semanas de ausencia completa David decidió romper ese silencio y llamó a Cristina, ella estaba ansiosa y sobrecogida por escuchar su voz, pues aunque él no lo sabía, ella siempre miraba su teléfono e intentaba marcarle pero se arrepentía en el mismo momento.

Luego de un saludo nervioso y de preguntar brevemente por sus vidas, deciden citarse en el café de siempre el jueves a las 4 de la tarde.

Martes

Desde esa llamada, su cotidianidad ya no sabía igual. Estaban desesperados en su interior por saber qué pasaría ese jueves. David no tenía claro por qué la había citado, ni sabía qué le diría mientras que Cristina, estaba ya preparando su discurso para reivindicarse con él, por haberlo dejado, por haber estado con otra persona, por amarlo y no decírselo. 

Miércoles
Cristina ya se había comido todas las uñas y repasaba en su memoria todo en lo que creía que se había equivocado con la intención de perdonarse a sí misma y buscar que David quisiera regresar a reconstruir todo.

David por su parte, se concentró en el trabajo y de tanto en tanto, miraba el reloj, la fecha, el día... Estaba echando para atrás su idea de verla, pero quedaban menos de 24 horas y era el momento perfecto para entregarle las cosas que había dejado en casa y poder cerrar ese ciclo, a pesar de que no estaba para nada seguro de que era eso lo que realmente quería. Recordaba la última conversación con Cristina y le dolían de nuevo cada una de las palabras dichas, su escueto "no" para arreglar lo sucedido, aun cuando él había dado todo de sí para que las cosas funcionaran, no estaba dispuesto a bajar su orgullo sin sentir la plena confianza de que Cristina sí estaba segura de volver con él.

continuará...

septiembre 11, 2014

¿PERDISTE TUS LLAVES?

Te escribo en esta distancia tan inmensa que tenemos. Esta lejanía que a pesar de todos los medios que tenemos a nuestro alcance, no nos hablamos, no nos vemos, no nos escribimos y yo así, te extraño.

Te extraño en los rincones de esta casa que teníamos para los dos, sigo mirando el cuadro que colgaste y que aunque yo detestaba, no lo he botado ni me he deshecho de él, sigue en el mismo lugar. Tal vez espera -como yo- a que llegues y mira, qué tonto me he vuelto, hasta pienso que las cosas pueden esperarte y desearte.

En esto me convertiste, en objeto que siente pero no se mueve, no avanza... Soy como un reloj que va marcando las horas con sus ausencias, con sus silencios, retumbando de lado a lado entre las paredes de esta, nuestra casa.

Duermo y sueño que regresas. Quizás perdiste las copia de tus llaves, por si acaso, están bajo el materito del cactus.
 
 
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