julio 15, 2010

ONE NIGHT STAND

Ella estaba lista para salir de "cacería" quería puro sexo loco y desenfrenado, sin compromisos, sin pasados ni futuros, solo eso, sexo una noche con un desconocido.  Con sus amigas había hablado del plan, tal vez salir sola no era lo mejor, así que las invitó aunque todas fueran en su papel de chaperonas.


Se puso divina, y repasaba en su mente las reglas que debía tener en cuenta:
1. Vestir sexy, pero no desesperada.
2. Dejar que la noche suceda, tal vez se necesiten varias noches para al fin encontrar la víctima.
3. Ser coqueta con estilo y clase.
4. Si tienes que dar el primer paso, Hazlo!
5. Entre menos licor en la cabeza, mejor será la elección.


Ella la tenía clara.  Llegó al sitio convenido con fama de tener buen panorama masculino, siempre hay algo con qué engordar el ojo y seguro esa noche no sería la excepción.


Decidieron tomarse unos martinis, sus amigas querían emborracharse pero ella les recordaba la quinta regla,   todo con calma. Bailaron, cantaron, conversaron y obvio a lo que fueron, observar quién podría ser el hombre que cumpliría la fantasía de Susana.


Lo vio a la distancia. Alto, de cabello negro, piel blanca, brazos gruesos. Bien vestido y  por lejos muy buen bailarín.  Se animó al son de su segundo y último martini, se acercó justo después de analizar bien la compañía que él tenía, solo un par de amigos, que en cuyo caso de encarte, allí estarían sus amigas dispuestas a bailar con ellos (pero nada más), a fin de cuentas, todas incluyendo Susana tenían novios y parejas relativamente estables, Susana solo quería vivir el momento, así le montara cachos a su novio que aunque lo quería pensaba que podría experimentar otras cosas.


- ¿bailamos?
Qué poco original soy, bailamos... pregunta cliché pero ni modo, tengo que hacer las cosas de frente. 


Durante la canción no se cruzaron más que los nombres, pero ella mientras abrazaba su espalda se lo imaginaba ya en la cama, sentía cada vez más que él era el elegido para esa noche. Lo recorría con sus manos, acercaba su rostro a su cuello, olía delicioso, él se sentía un poco tenso pero luego fue cediendo, acortaba la distancia de "respeto" que (a veces, solo aveces) tienen los hombres al bailar con una mujer por primera vez.  Ella le dijo suavemente al oído Quisiera que me llevaras a otro lado ahora mismo.


Él se quedó atónito, no podía creer lo que estaba escuchando e hizo como si nada hubiera pasado, la canción terminó y le respondió, dejemos que pase la noche. Ella callada se sentó de nuevo en la mesa y brindaron a la distancia.  Lo observó, vio como le contaba a sus amigos lo que Susana se había atrevido a proponerle. Se despidió de sus amigas y salió del lugar.

Funcionó, Andrés salió casi inmediatamente detrás.
¿Carro o taxi? - Tengo carro.
¿Tu casa, la mía? - Motel. Respondía ella al ataque de preguntas no esperado.

Se acomodaron, pidieron algo para tomar y se abalanzaron el uno sobre el otro sin decir más. Las palabras sobraban.  

Amaneció. Él seguía dormido a su lado, se levantó de la cama, se vistió silenciosamente y así como lo conoció, nunca más supo de él, excepto que se llamaba Andrés.

4 comentarios:

  1. Suele pasar....Y tal vez no muy seguido pero cuando pasa se disfruta!

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  2. No me creo capaz de salir una noche con semejante disposición, pero imaginarlo es bastente entretenido. Que la mente vuele...Jajajaja...

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  3. Muy bien en el atreverse esta el sentido de la vida, el punto esta cuando qyuisueras volver a ver a Andres ahora para tomar un cafe

    h_persefone@yahoo.com.ar

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