Esta vez quise hacer un alto en el camino, ya que este blog precisamente no se caracteriza por ser de opinión y menos de la situación sociopolítica del país pero decidí escribir sobre un tema que tal vez poco pensamos por vivir la cotidianidad propia de nuestras vidas.
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Hoy estuve en un encuentro donde reportan determinados informes sobre la
Memoria Histórica de desplazados de nuestro país. El evento organizado entre otras por la Alcaldía de Medellín y la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación -
CNRR- fue por describirlo de alguna manera desalentador, aunque podría decir con completa seguridad que ni decir aterrador, lograría expresarles lo que se siente al estar allí sentada mientras pasaba por mi mente lo agradecidos que muchos debemos estar por no encontrarnos donde sí llega la guerra nacional que a diario vemos por televisión.
Ahora, muchos pensarán que solo hasta hoy tuve este tipo de encuentros de frente con
esa realidad, aquella que solo les toca a los campesinos y a la
gente de a pie que no tienen que ver nada con uno excepto tal vez, que compartimos la nacionalidad. Y pues se encuentran un poco equivocados, ya que por motivos personales y laborales he estado en contacto con situaciones que no vendré a contar aquí, pero que simplemente han sabido dejar huella en mí y desearía de alguna forma que impactara también en ustedes.
Hoy no fue un día fácil y menos lo fue cuando llegó la ponente de
La Masacre de Bojayá. Esta en especial tuvo gran impacto en mi, porque hace algunos años trabajando con niños en situación de calle en la ciudad de Medellín, me topé con un par de niños huérfanos que buscaban desesperados como regresar a su casa en Bojayá y pues la historia que contaban era simplemente escabrosa, ya que aparte al momento de llegar a la ciudad habían perdido al tercero de sus hermanitos y por buscarlo se separaron de su abuela quien se quedaría con ellos. De esta historia no les tengo final, tristemente los niños no regresaron a la Fundación en la que trabajaba por lo que nunca supimos qué pasó con ellos.

Sin embargo el escuchar hoy toda la historia, de lo que la población sufrió incluso días antes al ataque, la lista de todos los nombres de las personas que allí murieron (Mujeres, algunas en embarazo, hombres y niños - uno de ellos nació adentro de la iglesia y murió poco después por la explosión), es aterrador y conmovedor. Para no entrar en detalles pues el informe de esta y las demás masacres que fueron presentadas en esta jornada las pueden leer
aquí, quisiera dejar una de las frases que más me generó impacto en donde se describía lo que sucedió cuando llegó el ejército Nacional: "Los habitantes de la zona se dieron cuenta que el Gobierno no los apoyaba cuando veían cómo los heridos de los paramilitares y los demás miembros de este grupo, eran llevados en helicópteros oficiales, atendidos y protegidos por las FFMM".
¿Hasta dónde se ha podido llegar con esta guerra? Es una de las tantas preguntas que me surge, estas realidades que expusieron hoy son la versión no contada en los noticieros, versiones que dan los protagonistas de la historia luego de muchos trabajos de sensibilización y les digo, hay que creerles cuando les ruedan las lágrimas por su cara recordando cada uno de los minutos mas atemorizantes que hayan vivido hasta ese momento ¿y después de eso qué les ha quedado?.
Para quienes conocen poco de Bojayá no quedaron solo los muertos civiles de ese día, hubo personas que posteriormente murieron de cáncer por las secuelas de las explosiones, otros quedaron de por vida sin una parte de su cuerpo... Pero tristemente todos fueron desterrados y trasladados a otra zona cercana, donde ya no tienen ni siquiera el arraigo a sus tierras.
¿La reparación llega cuando entregan tierras? Puede ser suficiente para las víctimas que los culpables sean enjuiciados - extraditados o no - para sentir una reparación en sus vidas? ¿Qué pasa después de que todo llega a la calma? ¿Hasta cuándo soportaremos lo que pasa ahora en estos lugares del país? Y ¿Cada cuánto será necesario hacer altos en el camino, para ver a dónde estamos yendo? ¿Qué podríamos hacer nosotros desde donde estamos y desde lo que hacemos?