Estabas allí sentado leyendo en el ventanal, apenas la luz del día entraba a través de las persianas. Yo en la distancia, te observaba cómo pasabas la yema de tus dedos suavemente por tu lengua y humedecías así las hojas para seguir con la página.
Se veía que viajabas, que estabas fuera de este mundo, sin embargo, cuando hice un menor ruido accidentado me miraste y sonreíste como esa primera vez en la plaza central.
- ¿Café?
- Sí.
bueno... seguramente así comienzan todas las grandes historias
ResponderEliminarO así es como continúan las lindas historias...
EliminarSolo, gracias
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