Como aquella taza que se cayó hace unos meses mientras la lavabas, no se quebró y con un poco de suerte te miré con ojos de asesina porque era mi taza preferida. Creo que pensaste “menos mal no sucedió nada”, sin embargo a partir de allí todo empezó a resquebrajarse.
Poco a poco nos fuimos yendo en direcciones opuestas, en esa búsqueda incontenible de felicidad constante, que nunca obteníamos por ir siempre hacia lugares contrarios. Se sabía que juntos no íbamos a durar mucho, pero tampoco sabíamos que el final iba a llegar tan lento, doloroso, pasional, estremecedor y tedioso, como aquella fisura de la taza que con cada uso y lavada, se iba volviendo café hasta terminar completamente negra.
Así fue nuestro final.
"Poco a poco nos fuimos yendo en direcciones opuestas". Muy bueno.
ResponderEliminarojos asesinos de los que se enamoró, uno sabe que le corre pierna arriba?
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