diciembre 01, 2011

PRISIONERA

Desde donde estaba podía ver y sentir todo lo que sucedía a su alrededor, hasta ella llegaban todos los aromas que el ambiente le ofrecía. El calor del sol, el frío invierno, todo.

Sin embargo, seguía allí sintiendo que había nacido en el momento equivocado, que ese no era el mundo para el que estaba hecha. Todos la querían incluso la codiciaban, pensaban que era dulce, su esplendor no dejaba ver lo amarga, distante y a la vez frágil que podía ser, pues cualquier toque podía tumbarla y deshacer ese calabozo que ella misma había construido.

Pero al parecer ella siempre estaría destinada a encerrarse ante las cosas que su propio corazón quería mostrarle. Y allí mismo desfalleció en el intento de protegerse, nunca se detuvo a observar lo que sus ojos le estaban revelando.


 
 
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