Escrito por @smartfemme
De 2 x 3, de 3 x 4, de 3.5 x 4.5, de 4 x 5, de 1.5 x 2 (las de las reinas de pueblo), del tamaño que sea, una foto para documento siempre parece quedarnos más grande de lo que nos imaginamos. Recordando el historial de las que me he mandado a tomar en la vida, llego a la conclusión de que esa actividad ha sido traumática para mí.
Lástima que me doy cuenta de eso ahora que tengo más años, habría evitado serias injurias a mi imagen de haberme prevenido. Ya qué. La verdad no quisiera volverme a ver en la foto que le regalé al primer novio para que guardara en su billetera, ni en la de la tarjeta de identidad, ni en la del carné de salud cuando era niña -con una cola de caballo hacia un lado anudada en la parte superior izquierda de mi cabecita-, ni en la que utilicé para entrar a la universidad (no sé cómo me aceptaron), ni en la de la cédula, pasaporte, pase, hoja de vida, formulario o cualquier documento que exija una de esas fotitos. ¡Por Dios! Si hasta “Jane Jones” -personaje que hace Natalie Portman en “Closer”- se avergüenza de su foto, teniendo en cuenta que es una mujer bellísima, es apenas lógico que yo -y supongo que no soy la única- no sea feliz cuando me toca mostrar el documento con mi peor cara.
Aquí una muestra: Yo había tenido eso en cuenta antes de ser mayor de edad, (porque ya me había pasado lo de la foto fea), así que decidí prepararme muy bien para que la imagen de mi cédula, que iba a ser la que me identificaría de ahí en adelante, quedara lo mejor posible. Días antes decidí hacer algo con la asimetría de mis cejas, me las depilé y cuando me di cuenta tenía dos rayitas como tatuadas, porque me puse a tratar de igualarlas en forma y me las tiré. Cubrirlas con maquillaje, ni de riesgos. Dije, si quedo así, tendré que estarme quitando las cejas siempre para coincidir con la imagen de mi cédula, ¡horror! Ya resignada con ese tema, un día antes de ir a la registraduría fui a una peluquería para que me arreglaran. Mi pelo estaba en su lugar, mis cejas no tanto, pero estaba aceptable. Y oh, maravilla, cuando me fui a tomar la foto cayó un aguacero de miedo, así que quedé emparamada, con el pelo vuelto nada y la cara, ni hablar.
Ahora, salir despelucada y con ceja de 2 milímetros de ancho no era tan jocoso como salir asustada. Así es, en mi foto de cédula quedé asustada. La funcionaria de la registraduría me lo hizo saber con un comentario gracioso y ese día rogué que cuando tuviera la cédula, me la robaran para volverla a sacar. El deseo se me cumplió, dos veces de hecho, y ahora tengo una cara decente en mi documento gracias a que sólo me preocupé por estar peinada y con cejas. Me di por bien servida. Similar historia me sucedió con la licencia de conducción, pero en este caso al contrario porque la foto es espantosa, sólo le falta el letrero “SE BUSCA”. Me la tomé de afán y quedé asustada, con una cinta en la cabeza, el pelo en cola de caballo, mal sentada, la cara hacia un lado… esa licencia no la muestro a menos que sea estrictamente necesario.
¿Entonces por qué siempre quedamos mal en esas fotos aun cuando nos esmeramos por salir bien? No tengo idea, pero he de suponer por experiencia propia, que el problema está en preocuparse demasiado o muy poco. Cualquiera de esas dos es señal para que todo salga mal. Hoy en la mañana me fui a tomar una de 3.5 x 4.5 cm. y aunque el afán no me dejó estar perfecta, quedé mejor siguiendo unos tips básicos que me aprendí. Bueno, también quedé asustada como en todas, pero mis ojos son así. Mi mamá me dijo: “La próxima vez ciérrelos un poquito.”
Nota de @smartfemme: Las anécdotas escritas en este post son reales. Tengo fotografías que lo prueban pero no las voy a mostrar, ni loca.
Hace mil años no he tenido que tomarme la foto mini para el variado documento. Pero como eso es karma puro la foto de mi tarjeta de identidad era terriblemente tierna con cara de cordero degollado que a decir verdad daba vergüenza y hace poco me encontré el duplicado de la TI porque me la robaron en Bogotá hace X años y pues la foto sigue siendo horrible... La cédula pensé que era decente, pero ahora he cambiado tanto de look que esa ya hasta verguenza me da.... y ni sigo haciendo lista..
ResponderEliminaryo ya me resigné a que el día que me tengo tomar una foto esas, precisamente o tengo guayabo o me levanté tarde o sucedió alguna desgracia y salí peor que hedionda... entonces ya ni me doy mala vida. Veo la foto y digo, bueeeenooo menos mal no soy tuerta o turuleta!!!
ResponderEliminarBuen post
Yo me aburrí de resignarme. Por esa razón me inventé los tips para quedar decente. Si cumplo al menos uno de ellos, estoy segura que quedaré contenta con cualquier foto que me tomen. Asustada, pero contenta. :)
ResponderEliminarjajajaja a mi me hace feliz recordad cada rasca, con cada foto de guayabo!! :D
ResponderEliminarPensándolo bien, puede ser un tip extra, el tratar de ir con guayabo (el que sea) para no cargar con toda la culpa jajaja
ResponderEliminarAhhh, qué buena reflexión... me pone a pensar en los distintos yo que hay en mis documentos. Desde el tropical bronceado que luzco en el pase de conducción, hasta el reciente poncherazo de la cédula nueva, pasando por el imberbe adolescente de la libreta militar. A veces quisiera que los documentos lucieran un avatar y uno pudiera usar el mismo para todos y cambiarlos a voluntad... así evitaría estas múltiples identidades visuales, que ninguna corresponde a mi imagen actual.
ResponderEliminarLas fotos en los documentos personales son las peores, pero para mi la ganadora como la más fea es y simpre será la del pase
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