Ambos caímos lentamente en esa ruleta rusa, jugamos sin piedad, sin pensar en las consecuencias. Mi corazón se fue llenando poco a poco, con todo lo que me dabas. Así estuvimos los dos, llenándonos lo que sentíamos, lo que queríamos.
Pero había que marcharse.
Muchas veces lo pensé, pensé si podía seguir contigo, si querrías seguir conmigo.
Pero había que marcharse.
Simplemente la vida no estaba de nuestro lado en ese momento. Solo supimos disfrutar lo efímero que ella nos dio.
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