Al cumplir diez años de graduación del colegio los compañeros decidieron hacer un reencuentro. Me animé pensando será una rumba, seguramente pesada pues ya después de crecidos cada quien ha cogido y dejado por su lado los vicios... Algo normal, me animé de una. Luego como por arte de magia, la cosa se fue tornando en paseo a finca con piscina y luego pensé "mierda ¿en qué putas están pensando?", pues a algunos de ellos no los veía desde el día de los grados a otros los vi hace 5 años, pero ya está, el haber crecido con ellos, pues estudié en el mismo colegio desde 2º de primaria hasta 11º, no me hace emocionarme locamente por verlos.
Muy sencillo, en el colegio es bien sabido que los niños y las niñas son crueles, no me incluyo porque no hice parte activa de ponerles apodos a ellos, mas bien fui activa en que ellos me los ponían a mi. Mi salón casi siempre compuesto por un 80% hombres, era de alguna manera dividido en dos grupos: Los farandulitas populares pero estudiosos y los rockeros nerds, sobra decir que estaba en la segunda categoría, éramos a los que nos la tenían montada y yo sumé en mi haber unos 10 apodos distintos y ninguno bien ponderado de mi parte.
Por tal motivo, decidí que si el reencuentro implicaba finca con piscina, debía llegar físicamente opuesta a los apodos (que por mi bien, no mencionaré aquí), el tema prácticamente me cambió la perspectiva durante poco más de un mes.
Experimenté un par de dietas, una no muy buena de solo 7 días y sí que sufrí haciéndola, pero ya me imaginaba a los chicuelos diciendo que estaba mas linda que antes, entonces la seguía sin decaer, finalmente pasé a otra mas balanceada y nutritiva que la otra... ¿Y todo para qué? Las niñas no llevaron vestido de baño y yo me había comprado uno un par de días antes solo por la "ocasión" y después de un mes de dietas, de renegar contra el mundo, de tener un toque de mal genio y mucha gastritis, había que ponerse el vestido de baño.
Resultó que como yo, todas no estaban tan emocionadas con la ida a la finca, los hombres claro! De una armaron un partido con los mismos equipos con los que solían jugar en la infancia, se empantanaron hasta los huesos y mientras tanto yo deseaba ser hombre por una vez en la vida, y no estar dentro del grupo de las niñas delicadas esperando no recibir un balonazo y obvio no meterse a a piscina porque a pesar de ser flacas dijeron "noooo ¿piscina? y la celulitis y el gordito... No, no qué pena!" En el fondo yo las quise matar.
Al recordar los viejos tiempos, me di cuenta de que afortunadamente luego de 10 años todos aprendimos a reirnos de los apodos y de las anécdotas muy penosas de cada uno, casualmente nadie habló de mis apodos (cosa que me sorprendió). Pero al preguntarme sobre mi vida, les dije "que cuando entré a la universidad, decidí ser parte de esa otra categoría que implícitamente había en el grupo, fui quien ponía apodos, pasé de no participar tanto de las rumbas varias que ellos organizaban a ser precisamente el alma de la fiesta, seguí con el perfil de estudiosa aunque habían unas que me ganaban en la u." Ahora en el fondo, agradezco haber sufrido tanto en el colegio pues me ayudaron a que posteriormente, yo lograra ser lo que soy ahora con mejoras y uno que otro resquebrajón.
Sí, definitivamente los años no vienen solos... La dichosa finca me demostró que para recordar con gracia los momentos malos del colegio, se necesita simplemente crecer, sanar y madurar (lo que se hace cada día que pasa) y el resto del mundo que se coma un pito.
Te Quiero Con Bugalú
Hace 1 año
Los años no pasan solos y nos demuestran que eso que nos dolió en su momento en el colegio, nos hizo fuertes al punto que ahora nos enfrentamos al mundo con menos temores y quizás algunos con menos complejos.Y que al enfrentarse de nuevo con aquellas cosas ahora sentimos solo un fresquito y nada de dolor. Un abrazo inmenso!
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